Prabowo Subianto asume la presidencia de Indonesia en medio de grandes expectativas

El exministro de Defensa es recibido con fervor popular tras su juramento.

Prabowo Subianto tomó posesión como el octavo presidente de Indonesia, el domingo, en una ceremonia celebrada en el Parlamento de Yakarta, donde miles de seguidores vitorearon su llegada. Al prestar juramento sobre el Corán, el nuevo mandatario reafirmó su compromiso con la nación, que es la más poblada de mayoría musulmana en el mundo. Con 73 años, Subianto ha tenido una carrera marcada por la controversia, incluyendo acusaciones de abusos a los derechos humanos durante su tiempo como general en la dictadura militar.

Las calles de la capital estaban decoradas con pancartas y vallas publicitarias que celebraban su asunción, mientras decenas de miles de personas se congregaban para participar en las festividades. Durante su carrera política, Subianto ha sido un rival acérrimo del popular expresidente Joko Widodo, enfrentándose a él en dos ocasiones electorales sin aceptar su derrota. Sin embargo, tras la reelección de Widodo, Subianto fue nombrado ministro de Defensa, lo que permitió una sorprendente colaboración entre ambos.

El nuevo presidente, acompañado por su vicepresidente Gibran Rakabuming Raka, hijo de Widodo, obtuvo una victoria contundente en las elecciones de febrero, gracias al respaldo del expresidente. A pesar de la promesa de continuar con las políticas de su antecesor, las expectativas sobre cómo gestionará la economía más grande del sudeste asiático siguen siendo inciertas, dado que su campaña se caracterizó por la falta de promesas concretas.

Subianto, proveniente de una de las familias más ricas del país, representa un cambio significativo respecto a Widodo, quien se destacó por su humildad y cercanía con la clase trabajadora. Para garantizar la seguridad durante la ceremonia de juramentación, se desplegaron soldados, policías y vehículos blindados en las calles de Yakarta, marcando el inicio de una nueva era en la política indonesia. Indonesia, que se ha consolidado como la tercera democracia más grande del mundo, enfrenta desafíos en un contexto regional donde abundan gobiernos autoritarios y estados policiales.