Guardianes del Atrato: lucha contra la minería ilegal en Colombia

Guardianes del Atrato: lucha contra la minería ilegal en Colombia

octubre 10, 2024 Desactivado Por admin

Enfrentando amenazas y abandono, los defensores del río buscan proteger un ecosistema vital.

En la región del Chocó, en el noroeste de Colombia, Bernardino Mosquera observa con tristeza la devastación a su alrededor. Hace un año, la zona estaba cubierta de vegetación y biodiversidad, pero ahora solo quedan sedimentos y piedras debido a la invasión de mineros ilegales que drenan los lechos de los ríos en busca de oro. Mosquera, uno de los guardianes del río Atrato, enfatiza que la minería ilegal está secando fuentes hídricas, contaminando el agua con mercurio y afectando irreversiblemente a los ecosistemas locales.

Los guardianes del río, un grupo de 14 personas no remuneradas, actúan como enlace entre las comunidades y las instituciones gubernamentales, abogando por la protección del Atrato. Sin embargo, después de ocho años de trabajo, se sienten desilusionados por la falta de apoyo institucional y las crecientes amenazas de grupos armados que controlan la región. La Corte Constitucional de Colombia reconoció en 2016 que el río Atrato tiene derechos equivalentes a los de un ser humano, marcando un precedente en Latinoamérica, pero la implementación de esta sentencia ha sido escasa.

La minería ilegal, impulsada por la pobreza y la falta de oportunidades, se ha convertido en la economía criminal de más rápido crecimiento en Sudamérica. En Chocó, el Clan del Golfo, la organización criminal más grande del país, controla firmemente la minería ilegal. A diario, pequeñas embarcaciones transportan combustible para alimentar la maquinaria que opera a lo largo del Atrato, afectando la vida y los recursos de la comunidad de Paimadó, donde vive Mosquera.

A pesar de su estatus como defensores del río, los guardianes enfrentan una peligrosa realidad. La minería a gran escala, junto con la contaminación por mercurio y arsénico, ha devastado la vida acuática y ha alterado el ecosistema. Los pescadores locales, a menudo expuestos a estos contaminantes, continúan consumiendo peces envenenados por la falta de alternativas económicas.

La violencia y las amenazas son constantes para los guardianes. Mosquera, quien ha sido secuestrado por el Clan del Golfo y ha recibido múltiples amenazas de muerte, lleva un chaleco antibalas para protegerse. A pesar del miedo, su compromiso de visibilizar la situación del Atrato lo impulsa a seguir luchando, convencido de que la única forma de enfrentarse a los grupos armados es permanecer en el territorio y continuar defendiendo su hogar.

La situación del río Atrato es un reflejo de la lucha más amplia entre la protección del medio ambiente y las presiones económicas que enfrentan muchas comunidades en Colombia. A medida que los guardianes siguen adelante, su valentía y determinación son un testimonio de la resistencia de quienes defienden sus ríos y su forma de vida frente a la adversidad.