México cada año está expuesto al desastre durante la temporada de huracanes, que se extiende durante los meses de junio a noviembre. Estos poderosos ciclones tropicales han provocado diversos impactos en las comunidades mexicanas, desde pérdidas materiales hasta pérdidas humanas. 

Ante esta situación y en el contexto del cambio climático, que provoca que estos fenómenos sean cada vez más intensos e imprevisibles, se hace evidente la necesidad de que las personas estén informadas y sean conscientes de su rol de prevención y mitigación de desastres.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) menciona, que aunque la mayoría de los fenómenos naturales no pueden impedirse, sí es posible prevenir. 

De acuerdo con la UNICEF, la prevención se refiere a la aplicación de medidas para evitar que un evento se convierta en un desastre. Por ejemplo, plantar árboles previene la erosión y los deslizamientos del terreno.

La mitigación es la aplicación de acciones para reducir la vulnerabilidad frente a ciertas amenazas. Por ejemplo, hay formas de construcción que aseguran que las casas no se caigan con un huracán.

Pasos importantes para prevenir y mitigar:

• Conocer cuáles son las amenazas y riesgos a los que está expuesta la comunidad, el barrio o lugar donde vivamos.
• Reunirse con la familia y vecinos para planificar cómo reducir las amenazas y riesgos o evitar que hagan daño.
• Realizar lo que se ha planeado para reducir la vulnerabilidad.

Entre las primeras recomendaciones previo al paso de un huracán, está disponer de suministros necesarios en los que se incluyen recipientes para agua y cloro para purificarla, botiquín para primeros auxilios, alimentos no perecederos, radio portátil, linternas y baterías. Debe tomarse especial atención con los alimentos para bebé o niños/as pequeños.